viernes, 10 de abril de 2015
viernes, 3 de abril de 2015
Carta al esposo que sería perfecto si fuera real
Quizás porque me
llamaste "loquita" y me visualicé quebrando rutinas, usos y costumbres
anquilosados, instituciones que nadie osa irrespetar.
Quizás porque
aceptaste mi propuesta de casarnos por un día con una naturalidad tan paqueta,
tan elegante, que no parecía natural salvo por la rapidez con que lo hiciste.
Posiblemente porque
te gustan los juegos y eso es un denominador común entre ambos. Especialmente
si implican malabarismos de palabras y encrucijadas parecidas a los
crucigramas, tan caros a nuestra necesidad de entretenimiento intelectual y
prueba tipo juicio de ordalía con el dios-ingenio que nos exige ser cada vez
más ocurrentes ante nosotros mismos.
Puede que haya
habido una pizca de picardía y tu manía de fusas y corcheas se haya entreverado
con la mía de letras y rimas y hayamos logrado algo tan raro y exquisito como
un permiso del Universo para mezclarnos por unas horas - contadas ellas - y
generar adrenalina en los que nos leen desaprensivamente, sin siquiera imaginar
que se toparían con dos locos lindos, a lo Piazzolla, remontando la luna como
barrilete a 8000 kms de distancia el uno del otro.
De todas maneras la
impronta es una carta abierta a la tentación de ser tan demenciales como
decidamos ser o parecer. Y eso no tiene precio.
Querido esposo por
acuerdo con plazo de caducidad: espero que disfrutes esto tanto como yo lo
hago, aunque te pida violetas, que te parecen de un color depresivo.
Tu marida, que te
ama bien.
MIR
Suscribirse a:
Entradas (Atom)